viernes, marzo 25, 2005

Presentimientos

By Lucre Arrías

De repente sintió un escalofrió que le recorrió la espalda. Se sorprendió bastante.
Estaba en una playa inmensa, pasando sus vacaciones en la isla de sus sueños, relajado, sin pensar en nada especial. ¿A qué venia eso ahora?
Se levanto de un salto de la tumbona. Estaba seguro que algo había pasado, lo sentía, pero que.
No tenía su móvil a mano, era de locos querer desconectar del mundo e irse de vacaciones con el teléfono. Igualmente estaba tan lejos de casa que no hubiera tenido cobertura.
Decidió volver al hotel.
-Es lo mejor, debo llamar a casa, algo paso- pensó mientras recogía sus tesoros en vacaciones, un buen libro, el discman con su música preferida y la toalla.
No necesitaba nada más. Tenía pocos días libres al año, cuando lograba irse lejos no llevaba muchas cosas en la maleta. Varios libros que devoraba sin cesar, muchos cd con mp3 y la ropa justa para que el peso de la maleta no le tuerza la espalda.
Con los años, cada vez que viajaba llevaba menos cosas sobre todo ropa. Se había dado cuenta que al volver había usado solo la mitad o menos.
Se sintió bastante incomodo toda la caminata de regreso. No dejaba de darle vueltas a la cabeza sin llegar a ninguna conclusión coherente de porque había tenido ese presentimiento.
Antes de ir a su habitación consulto en la recepción como llamar al extranjero. El conserje le pregunto donde, recordándole la diferencia horaria.
Tenia razón, allá todo el mundo estaría durmiendo. Debería esperar para llamar a una hora decente. Si lo hacia en ese momento, solo encontraría incoherencias de respuestas.
Sabia lo que era que le despertaran a uno en la madrugada, costaba bastante volver a la realidad y tener una conversación fluida estando totalmente dormido. Esperaría unas horas.
De repente se le ocurrió leer su correo electrónico, si había pasado algo seguro que alguien le escribió.
Ya había pasado más veces. Vivía tan lejos de su casa familiar que todas las malas como las buenas noticias de los últimos años, se las había enterado por el correo electrónico. No le gustaba mucho esto, pero ya se resignaba a ello. Creía fervientemente que para mucho en su familia, bastantes parcos por lo general, les resultaba más fácil escribir tres líneas en un correo que hablar por teléfono.
Consulto sobre esta posibilidad, comprobando que el único del hotel que tenia acceso a Internet era el director, aunque en ese momento estaba en una reunión en el pueblo.
Explico su problema, aunque no dijo que era un presentimiento, para que le prestaran el ordenador de la dirección.
-Porque no va a almorzar, en cuanto vuelva el director le aviso, seguro le deja ver el correo en su ordenador- le dijo el conserje.
- Bien, estaré en la terraza.-
Ahora no hacia nada más. No tenía mucho hambre, pero acepto la sugerencia dirigiéndose fuera.
No se sentía bien, estaba incomodo pero intento relajarse tomando un zumo y viendo su paisaje soñado.
Al rato, apareció el conserje para llevarlo a la oficina del director, había vuelto.
Amablemente le hicieron pasar al despacho privado, le dejaron sentarse frente al ordenador ofreciéndole su ayuda, por si no sabía usarlo muy bien.
Con una sonrisa la descarto, comenzando a teclear su dirección para acceder a su webmail.
El director cortésmente hizo una señal al conserje para que se retirara, caminando al otro extremo de la oficina para dejarle solo con su correo.
El corazón le latía aceleradamente, el correo se tomaba su tiempo para abrirse.
Cuando hubo bajado todo, comenzó a leer los encabezados a ver que había. Publicidad, una reunión anulada, chistes de los amigos, etc. etc. Lo mismo de siempre, basura.
De repente lo vio, un mail de su sobrina desde USA.
Se quedo paralizado, ella sabia que se iba de vacaciones, si le escribía era porque había pasado algo. No lo terminaba de abrir.
Se apoyo contra el respaldo de la silla resoplando. El director volvió la cabeza preguntando si estaba todo bien.
Su respuesta fue seca, - si, si, gracias- y volvió a acercarse al teclado para leer ese correo.
Tomo coraje y le abrió. Su cara se iba descomponiendo mientras leía.
-¿Malas noticias?- Pregunto el director que le observaba de lejos preocupado.
Suspiro, apagando el ordenador, le contesto que si, pero no le dijo mas nada, no podía hablar.
El director se acerco, le hizo un gesto cariñoso ofreciéndole su ayuda si la necesitaba. Le pareció sincero, pero la rechazo con una sonrisa forzada, le dio las gracias por todo y salio para su habitación.
Tres líneas habían confirmado sus temores, su tía preferida Elvira, su segunda madre como la llamaba, con un cáncer terminal de pulmón, había tenido una crisis y luego de dos días en el hospital con respiración asistida, fallecía.
Lo único que la distancia le permitía en ese momento era llorar y lo haría a solas en su habitación. Las vacaciones soñadas habían terminado.

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